El rock en español es un género musical que emergió en la década de 1960 y ganó popularidad en la de 1980 en varios países de habla hispana. Se caracteriza por fusionar elementos del rock y el pop con la música tradicional y folclórica de las naciones donde se desarrolló.
Argentina, España, México, Chile y otros países latinoamericanos han sido cunas de este género, con artistas destacados como Soda Stereo, Héroes del Silencio, Los Prisioneros, Caifanes y más.
El rock en español ha evolucionado con el tiempo, adaptándose a cambios en la industria musical y a tendencias culturales. Su influencia perdura en la música latinoamericana y ha conquistado audiencias globales, trascendiendo fronteras y culturas.
Su nombre es Juan Carlos Jiménez Rufino, pero la gente lo conoce como La Mona Jiménez, lo llaman así porque de chico, cuando jugaba a que era Tarzán, los vecinos le decían “No, vos sos La Mona Chita”. Nacido el 11 de enero de 1951, de “una masa de provincias” (madre salteña, padre tucumano, abuelos catamarqueños), es hoy el cordobés mas famoso. De chico cantaba folklore y zapateaba. Debutó como cantante del Cuarteto Berna a los 15 años, después de ganar un casting entre 40 postulantes. Con éste grabó cinco discos y cantaba solo por el sándwich y la coca.
En ese tiempo se tocaba el cuarteto de antes, que se llamaba Orquesta Característica. No tocaba en Córdoba, sino en las colonias: Colonia Caroya, Oncativo, etc., porque en Córdoba no los dejaban actuar porque “era cosa de negros”. Se fue de la banda porque no le permitían bailar, ya que la estrella era Berna (un chico discapacitado que tocaba el piano).
Decidió unirse a su tío, Coco Ramaló, un hombre vinculado con el Cuarteto Leo, ideólogo del Cuarteto de Oro. Carlitos se hizo conocido con ese grupo. Allí surgió el movimiento de la manito –“se la robé a un nene”- dice la Mona. Con este grupo logró hits como: “Cortate el pelo cabezón” y empezó a disfrazarse. A los 21 años, en un Belgrano-Talleres le estrellaron una botella en la cabeza. Subió a un auto, fue a su casa y durmió. Pero despertó cuatro meses después. Lo internaron. Le sacaron un coágulo grande como un durazno. Aprendió todo de vuelta: hablar, caminar, ir al baño. Por eso la leyenda de que tiene “un platino” en el cerebro. Pero no. La Mona no es Robocop. El Día de los Inocentes de 1973 (primera salida después del botellazo) conoció a Juana Delseri, se casaron en abril del ’75. Y La Mona se vistió de seda. Traje de seda rosa, con peinado afro y moñito: claro, la ropa de actuar, porque no tenía otra. “No teníamos ni un peso, la noche de bodas la pasamos en un departamento pelado, sin muebles. Conclusión “hicimos el amor en el suelo”- dice la mona. A los 33 años se independizó de su tío. –“le dije que ya no podía seguir cantando toda la vida con una bombita, que había que comprar luces, sonidos, que había que modernizarse. Me contestó que no, que el cuarteto era violín, piano, acordeón y bajo, que si no me gustara me fuera, y me fui”. www.cmj.com.ar
La Mona solista comenzó a animar bailes en la periferia de Córdoba, hasta que el Club Sargento Cabral le dio una oportunidad. Estuvo 3 meses seguidos tocando ahí. Hacía trasnoche, de doce y media a cuatro y media y después de seis a ocho de la mañana. Su primer hit fue “La flaca Marta” del disco “Para toda América”. En un año ganó 3 autos 0km, en sendas rifas de clubes. Construyó su casa en el Barrio Residencial del Cerro de las Rosas y hasta pudo levantar la hipoteca. Realiza obras benéficas, pero por lo general compra y regala, porque desconfía de las colectas. Tampoco habla de políticos, siempre reconoció haber heredado de la familia la simpatía por el peronismo.
Es muy cabulero, tiene una plaqueta de metal fucsia, de brillo gastado, que lleva a todos lados y hasta duerme con ella. También lleva un anillo de oro con la forma de una tuerca, el cual salió de dos anillos que le había dejado su padre antes de morir, cuando el tenía 17 años. Antes de cada concierto se carga de energía positiva frotando la plaqueta y arrancando unas hojas de Ruda Macho de la puerta de su casa. Tiene un promedio de dos discos por año, uno para Julio y el otro para las fiestas, porque sino la gente se aburre.
En 1988 debutó en Buenos Aires en el Microestadio de Atlanta, luego copó el Luna Park y en 1989 en Cemento. A fines de julio de 2000 La Mona Jiménez anunció que se había divorciado de Juana Delseri, su compañera de toda la vida y todavía hoy su manager infalible, una especie de Anderle de Sandro, pero más.
Juana Delseri, ex mujer de Carlos Jiménez, Dice que no da reportajes. Piensa que el mundo no se terminó. Que amar es dar. Y que es fácil dar en las buenas, pero que es mejor dar en situaciones difíciles. Al preguntarle si es capaz de perdonar, responde: “Mil veces”. Comenta que su felicidad son los hijos. Que por amor a ellos no baja los brazos: “Aunque me dieron varias piñas juntas”. No está enojada con Carlos Jiménez. Lo que dice no entender es “que una mujer salga por tevé, mostrando a su hija, haciendo circo”. Es dura. Y parece un poco sabia. Cursó hasta 6º grado y sólo lee libros de cocina. “Aunque soy empresaria, la palabra que más escucho es mamá.”
La Mona se despierta a las cinco de la tarde. Su rutina diaria incluye un desayuno frutal, un rato de ejercicios en su gimnasio, un paseo en bicicleta y una cena abundante, en la que no falta nunca un vaso con vino tinto, soda y hielo y otro con vino tinto solo. Duerme una siesta entre las 9 y las 12 de la noche y a partir de la 1 empieza el baile hasta las 5 de la mañana.
Tiene un hijo , Carlitos, quien grabó un disco tipo pop latino. Lorena, que es actriz y Natalia se dedica a la Costura y diseño de indumentaria Teatral, diseña la ropa de su padre. La Mona, como todo el mundo lo conoce en sus 41 años de carrera lleva editados 77 compactos y a vendido mas de 3.000.000 de copias en todo el país. Solamente en Córdoba su CD numero 62 "Beso a beso con La Mona" vendió mas de 100.000 unidades. Este cantante a hecho que el cuarteto cruce otras fronteras como: Chile, Brasil, Uruguay, Paraguay, Italia, España, Canadá y EEUU.
Todos sus bailes son acompañados por nada menos que por 15.000 bailarines todos los fines de semanas. En el escenario, como desde un sueño, La Mona hace señas con los dedos de las manos. Y está contestando al público: porque parada sobre los hombros de otros la gente también le hace señas, en un lenguaje secreto. Es increíble pero se están comunicando. “Alberdi, Talleres, Las Flores, Bustos”, dicen los dedos y nombran barrios y zonas de Córdoba, como si fuera magia pero simplemente lo resumimos diciendo “La Mona”...
Según él, va a dejar de cantar cuando el público se lo pida... no obstante en Córdoba y en todo el país es y será por mucho tiempo más el N°1 un ídolo popular.
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